Miedos

 

La penumbra me aisla

en mis propios pensamientos.

Duros, irracionales, perdidos

en la noche cerrada de estrellas.

Duendes irascibles que transitan

nómades en las nubes

de crípticos rincones inciertos.

Me sobresalto

con mis propios designios,

con mis propias sentencias de muerte

que me acechan.

Les temo, les temo

como a la propia destrucción de la vida,

de la mía propia.

Les temo

como a lo peor que puede sucederme.

Aun así, cada mañana

despierto con la esperanza intacta,

con la confianza que aquellos duendes

desaparezcan

con el primer rayo de sol.

©Silvia Vázquez

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