Nunca es tarde
Mayo.
Aún no me doy cuenta
que en pocos meses
cumpliré sesenta.
Debería andar con menos prisa,
o quizá dejar de hacer ciertas cosas
no apropiadas para esa edad.
Por ejemplo, llevar el cabello corto,
usar ropa larga y oscura,
caminar tranquila por una plaza
o llevar zapatos bajos.
Tal vez debería calmarme,
tomar las cosas a la ligera…
Imposible.
Quizá no estudiar más nada
porque mi cabeza no se concentrará
como antes.
Dejar de escribir poemas de amor,
revolver cartas viejas
y traer recuerdos sobre la mesa de la cocina.
Podría ponerme botox en las arrugas,
que se asoman al costado de mis ojos
y en mis oyuelos
cuando me río con ganas.
Posiblemente debería bajar de peso,
probarme blusas ajustadas,
pantalones finitos,
remeras sin mangas.
Podría hacer todo eso, tal vez más.
Pero decido que no.
Que las arrugas son experiencia.
Que los poemas de amor seguirán existiendo
mientras ame .
Que la ropa de color me sienta bien,
que los zapatos altos me estilizan
y las zapatillas son cómodas.
También inventarme cursos, para no perder
la constancia de estudiar,
para sentirme actualizada o simplemente
porque quiero.
Haré lo que me agrade
y lo que me desagrade lo dejaré de lado.
Tomaré a la ligera lo que merece
y en serio lo demás.
Seguiré peinando cabellos largos y lacios,
los teñiré de colores según la estación.
Y cuando llegue el día
de mi cumpleaños,
le agradeceré a la vida
todo lo que me regaló.
Ya es bastante.
Seguiré pidiendo por los demás
y por qué no, por mí.
Pero sobre todo
Jamás dejaré de soñar
Y cumplir mis sueños.
Nunca es tarde.
©SilviaVázquez
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