Mamá, a punto de cumplir sus 90 años, ama leer y escuchar poemas. Por eso le escribí este, uno de tantos que le he escrito:

                                                                                   Siempre conmigo

Sale el sol y estás ahí,

como sea pero estás:

firme, esbelta, delgada .

Las manos llenas de recuerdos,

de líneas eternas de trabajo,

de canas peinadas con los años.

Estás ahí,

acurrucándome cuando estoy triste,

renegando con las plantas

y con los perros,

intentando que la casa brille

como cuando tenías treinta años.

Ahí estás, a mi lado,

cuando hace falta y cuando no,

cuando el cielo se pone gris

y cuando el sol calienta demasiado.

Ahí estás,

para seguir aconsejándome

aún cuando hoy, yo soy quien da los consejos.

Ahora soy yo, la que cuido de ti,

la que acompaña, la que regaña

la que cuida.

Estás ahí y seguirás estando,

con cada amanecer,

con la caída del sol y en la noche de tormenta.

No temas,

yo seguiré acompañándote siempre

 

Cuando me necesites y cuando no,

como tú lo has hecho:

no devolviendo nada de lo que recibí

sino regalándote mi tiempo

porque lo mereces.

Ahí estás, mamá,

seguirás estando si lo permite Dios

por mucho más.

Cuando ya no estés, seguiré recordándote así,

y las anduriñas te llevarán lejos en el tiempo,

pero seguirás estando dentro de mí,

como cuando caía y me levantabas,

como cuando escuchaba tus historias

una y otra vez.

Estarás ahí, conmigo.

©Silvia Vázquez

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